AL
RÍO TAJO
Garganta
sin ruido ni voz,
¡Oh!
corazón sin latido
tallo
cortado por la hoz,
del
progreso desmedido.
Vena
de España, fluyente
largo
camino troncado,
de
la ira inconsecuente:
de
cierto interés creado.
¡Oh! mi gran río sin caudal,
sin
regolfas ni tarajes,
como
caballero feudal,
sin
escuderos, ni linajes.
Lamidas
rocas peladas
por
la que fue ira bravía,
de
las furiosas cascadas
que
tu bravura traía.
Hoy
tu fuerza hecha pantanos,
tu
fiereza enjaulada.
Y
hasta yo puse mis manos,
para
tender la emboscada.
Como
un rayo de Luna
que
baja del cielo al río,
como
ese llanto en la cuna
que
nace hondo y bravío.
Como
esa tenaz espuma,
esas
blancas caracolas,
navegan
en una pluma,
para
perderse en las olas.
¡Oh! afluentes perdidos
en
el Tajo, derrotados,
siempre
yaceréis dormidos,
allí
moristeis callados.
Era
furia en porfía
tu
líquido desbordado,
cuando
veloz recorría
tu
cauce hoy fraccionado.
Aquellas
aguas que bajaban
de
prisa, del monte al mar,
las
que en su paso dejaban
sus
ecos para soñar.
Las
que murmullo traían,
cansadas
de caminar,
pues
media España recorrían
aguas
que iban al mar.
¡Hoy
gran gigante en reposo!
te
hemos vencido el humano,
ya
no pasas orgulloso
bajo
aquel puente romano.
Ya
no pasan río abajo
las
espumosas caracolas,
y
tus risas, fiero Tajo
sobre
muros, hacen olas.
De
tu largo recorrido
traes
miel de la Alcarria;
y
de Toledo el sonido
de
campana milenaria.
desde
Teruel llevas notas
de
los cantos populares,
que
Cáceres las vuelve jotas
y
hace, de tus furias mares.
¡Ay!
Madrid con los leones,
con
el chotis y las verbenas,
ordenó
sin condiciones,
que
tu caudal sean cadenas.
En
Cáceres tomas silencio
y
paras, para descansar,
tu
muerte ya tiene precio,
pues
muerto llegas al mar.
Fue
tu garganta sonora
lo
mismo que el ruiseñor,
en
su jaula muere y llora
por
su libertad y amor.
No sé si decirte río,
no
sé si llamarte mar,
más
tu, siempre bravío,
¡Tajo
te has de llamar!.
Ya
estando en Portugal,
vuelves
a tener tu brío,
volviendo
a llevar caudal,
¡ya
vuelves a sentirte río!.
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De
mi libro: “ARCOS DE AZULES ALBORADAS”
Publicado en (1999)
Autor:
Pablo Grados Tapia